La carne cultivada y los entornos controlados en la alimentación

Ya sea por razones medioambientales o éticas, en los últimos años ha crecido el interés por la carne fabricada en laboratorio. Estas carnes limpias podrían contaminarse fácilmente y los entornos en los que crecen deben tratar de evitarlo para preservar la posible reputación de la futura industria

Cuando en 2013 se presentó y degustó en Londres la primera hamburguesa cultivada en un laboratorio, se desató el rumor de que estos productos estarían disponibles comercialmente tan pronto como en 2020.

Con una pandemia de por medio, esta predicción fue tal vez demasiado prematura, pero no significa que los engranajes no se hayan puesto en marcha para que sea una posibilidad cercana.

Una empresa británica informó recientemente de que podríamos ver carne cultivada en nuestros platos tan pronto como en 2023. Sin embargo, un informe de 2020 elaborado por IDTechEx sugiere que tenemos que esperar casi 20 años hasta que esto pueda estar disponible en el mercado principal, ya que los principales desafíos incluyen el alto coste de producción y la aprobación regulatoria.

Por supuesto, nadie puede hacer predicciones precisas cuando la industria está todavía en sus primeras fases, pero eso no significa que no hayamos visto ya atisbos de lo que está por venir. En diciembre de 2020, Singapur se convirtió en el primer país en conceder la aprobación reglamentaria al pollo cultivado.

¿Qué es la carne cultivada?

La carne cultivada, también conocida como carne basada en células, carne sin sacrificio o carne limpia, es el método de producción de productos cárnicos en un entorno de laboratorio. En su forma más sencilla, el proceso requiere que se tomen células iniciales de animales vivos, se traten con un medio de crecimiento y se coloquen en un biorreactor que suministrará a las células la energía que necesitan para desarrollar músculo y grasa.

Esto significa que no habría necesidad de criar o sacrificar animales específicamente para la producción de carne, lo que, junto con los beneficios del bienestar animal, puede argumentarse como un paso necesario para cuidar el medio ambiente.

Salvando las distancias

Los consumidores son cada vez más conscientes de su estilo de vida y del impacto de sus acciones en causas más amplias.

Con la atención puesta en los efectos medioambientales de nuestros hábitos alimentarios, el cambio hacia las dietas flexitarianas, vegetarianas y veganas ha permitido una mayor diversidad en las estanterías de los supermercados y en los menús de la hostelería, gracias a las innovadoras alternativas basadas en plantas. Sin embargo, para los consumidores de carne que son conscientes del consumo de productos de origen animal pero que consideran que las opciones basadas en plantas no son atractivas por su textura y sabor, la carne cultivada supondrá un cambio de juego para mantener la dieta que mejor conocen, pero sin el estigma negativo del medio ambiente y el bienestar.

Una sala con sistemas de ventilación y filtración de alto nivel protege de los contaminantes nocivos

Mientras unas 50 empresas de todo el mundo corren ahora para sacar los primeros productos al mercado, es probable que pase algún tiempo hasta que los fabricantes de alimentos puedan facilitar este tipo de proceso. Mientras tanto, ¿cómo pueden los laboratorios y otros entornos controlados, separados del resto del espacio de producción, beneficiar el proceso de fabricación de sus productos alimentarios?

El papel del entorno controlado

La industria ya ha empezado a utilizar los laboratorios y las salas blancas para regular y mantener un alto nivel de seguridad alimentaria.

Una sala que cuenta con sistemas de ventilación y filtración de alto nivel, protege contra contaminantes nocivos que ni siquiera un entorno alimentario puede evitar. El moho, el polvo y las bacterias pueden eliminarse del aire antes de entrar en el espacio, mientras que el personal que trabaja en él toma rigurosas precauciones adicionales llevando trajes limpios y máscaras.

Esto aporta una serie de ventajas al proceso de fabricación de alimentos, ya que mejora la calidad de los productos, prolonga su vida útil y, lo que es más importante, proporciona a los clientes una total tranquilidad, especialmente cuando se trata de requisitos dietéticos y alergénicos específicos.

La industria ha visto cómo los fabricantes de carne, productos lácteos y alimentos especiales han adoptado este enfoque desde hace algún tiempo, mientras que subsectores como el del marisco, la confitería y la panadería son los primeros en adoptarlo.

Vemos, de nuevo, la importancia de las salas blancas en procesos que requieren de entornos controlados y, como siempre, desde Isobox Systems, detectamos posibles nuevos métodos productivos, como en este caso, la carne cultivada, ofreciendo el diseño y desarrollo de salas blancas enfocadas a los procesos inherentes de esta nueva industria.