Guantes desechables para salas blancas: Una víctima de la COVID-19

Los impactos de la pandemia se han dejado sentir de muchas maneras para los proveedores de EPIs. Echando una mirada a este último año y medio, observamos cómo los guantes desechables han pasado por tres fases bien diferenciadas.

En 2020, la capacidad de producción anual de guantes desechables era de 220.000 millones de unidades. Sin embargo, la demanda en ese año alcanzó los 330.000 millones. Estas cifras ilustran por sí solas cómo COVID-19 ha alterado el suministro de guantes desechables en tan solo un año.

Volvamos a las tres fases críticas de la evolución de este estado de cosas. En primer lugar, en el primer trimestre, se produjo el cierre de plantas de producción en China (que representaban el 9% de la producción mundial) y la transferencia de esta demanda a otros productores de Asia, lo que condujo rápidamente a la primera ronda de sobrecarga de fabricación.

Luego vino la segunda fase, con el cierre parcial de fábricas en Malasia (esta última produce el 64% de los volúmenes mundiales), lo que contribuyó a una caída del 50% de la capacidad de producción justo en el momento en que la demanda mundial se disparaba. Esto se notó especialmente en el caso de los guantes de examen médico, con la consecuencia de que entre enero y finales de abril de 2020 los plazos de entrega se alargaron hasta 150 días.

La cadena de suministro se vio completamente desbordada y los fabricantes de guantes fueron incapaces de dar una solución rápida a la demanda que seguía creciendo y superaba con creces la capacidad de producción.

Con la tercera fase, vemos que las empresas aplican medidas para proteger a su personal del COVID-19. En consecuencia, la demanda ha seguido aumentando desde junio de 2020, sin que se prevea una desaceleración. Además de un número inadecuado de instalaciones de fabricación, han surgido dificultades para contratar la mano de obra necesaria y una escasez mundial de las materias primas.

En el caso del acrilonitrilo-butadieno, los precios han aumentado inexorablemente durante el último año, una media de más del 10% al 20% cada mes, sin que haya indicios de una tendencia a la baja.

Las fábricas han respondido dirigiendo su atención de forma masiva a los guantes de calibre más fino y más básicos, que requieren menos materia prima y son, en consecuencia, más rentables. Por desgracia, la víctima de estos acontecimientos ha sido la especialidad de guantes para salas blancas. Se trata de una guerra sin cuartel que se sigue librando en el ámbito de la logística, con la adopción cada vez más frecuente de contratos a corto plazo y plazos de entrega que ahora llegan un elevadísimo tiempo.

Para los usuarios, el abastecimiento de guantes se ha convertido en un verdadero reto. Los cierres temporales de fábricas en Malasia desde el pasado mes de noviembre han puesto de manifiesto la extrema fragilidad de la situación. Estamos convencidos de que esta presión disminuya conforme avance el proceso de vacunación.

Sin embargo, ante la necesidad de disponer de equipos de protección personal durante estas campañas de vacunación, se calcula que la demanda de guantes alcanzará ya los 396.000 millones de unidades en 2021 y crecerá hasta los 475.000 millones en 2022.

La buena noticia es que los fabricantes ya han empezado a aumentar su capacidad de producción para hacer frente a este crecimiento continuo. Lo que no cabe duda es que la pandemia tendrá inevitablemente un impacto a largo plazo en la industria del guante.

Como siempre, desde Isobox Systems, nos interesamos no solo por ofrecer una visión acerca de las salas blancas si no, también, por adjuntar una valoración acerca de los diferentes componentes que componen, o pueden componer, el paisaje de todo el proceso que envuelve el uso de salas limpias.